Rosana Chiaramello es Ingeniera Agrónoma y trabaja hace más de 8 años asesorando empresas agropecuarias en la consecución de la certificación de los procesos productivos, a través del protocolo de Agricultura Certificada (AC) y el estándar de Producción de Soja Responsable (RTRS).

El escrutinio de los consumidores es uno de los motivos principales por los que el productor ha decidido cambiar su modo de producción. Ya no son sujetos pasivos sino que les interesa saber “qué es lo que están comiendo, cómo fue producido, con qué materias primas, en qué entorno social, con qué cuidado del medio ambiente”. Por tal motivo, el sector agropecuario no sólo está preocupado en producir más sino en hacerlo de un modo sustentable. Tanto AC como RTRS son la vía para alcanzar dicho propósito y así agregar valor a lo que elaboran. Rosana cuenta que “Al productor antes no se le cuestionaba nada y hoy en día todo. El tema es que el productor no cuenta cómo está trabajando, y si lo está haciendo bien, tiene que comunicárselo a la comunidad”.

AC es un estándar nacional desarrollado por la Asociación Argentina de Productores en Siembra Directa (AAPRESID) e incluye todos los cultivos extensivos y la ganadería intensiva. “Es un programa hecho a medida del productor local que, además de solicitar el cumplimiento de las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA), te exige que implementes un sistema de gestión y calidad. En cambio, RTRS es una asociación internacional que define 96 puntos de buenas prácticas que el productor tiene que cumplir pero no incluye el sistema de gestión”, explica Rosana. Además, agrega que RTRS sólo incluye la certificación del cultivo de soja pero aclara que no certifica un lote sino todo el establecimiento de un productor de dicho cultivo y los procesos que se realizan para alcanzar el grano.

Ambos programas implican un ingreso progresivo lo cual otorga una cierta flexibilidad para que el productor se vaya sumando. Es decir que no tiene que cumplir con todos los requerimientos al primer año. “Es preciso que el propietario entienda que no tiene que hacer todas las mejoras en el primer año, sería muy costoso afrontarlo. Cuando el auditor va a certificar lo que busca es que se conozcan las mejoras que debe realizar y trabaje, año tras año, en ir mejorando. El productor puede presentar un plan de trabajo de 1 a 3 años a partir del cual irá progresando”, cuenta la ingeniera.

Lo que se busca con este tipo de certificaciones es que las producciones sean sustentables. Para Rosana producir de modo sustentable implica, entre otras cosas, cumplir con tres tipos de prácticas que deben estar equilibradas:

  • Empresariales: buscan cumplir con todas las leyes que rigen la actividad, que la empresa se comunique con la sociedad y fomente el desarrollo de la comunidad donde está trabajando.
  • Ambientales: implica cuidar los recursos (suelo, agua, flora y fauna nativa) que el productor utiliza.
  • Agronómicas: hace referencia a los procesos productivos: siembra, cosecha, aplicaciones, etc. Tanto AC como RTRS trabajan fuertemente sobre este último ítem.

¿Cuáles son las ventajas de certificar?

Según Rosana, hoy en día las ventajas son muchas:

  • Una es adelantarse a lo que va a suceder ya que puede convertirse en una barrera de comercialización. Las exportadoras buscarán a las empresas que estén certificadas y mucho más a aquellas que tienen más historia porque demuestran que han producido de modo sustentable durante más años.
  • RTRS ya tiene un sobreprecio (reconocimiento cuando se vende la mercadería) pero AC no, y en el mediano plazo puede llegar a obtenerlo.
  • La organización interna en el campo. Suele costar que se tome registro de lo que se hace. Dichas normas exigen que el productor registre información que luego utilizará. Además, busca que definan objetivos. Muchas veces dicen tenerlos, pero sólo están en la cabeza de alguno y no establecen estrategias para alcanzarlos. Por otra parte, solicita que cada empresa tenga definido roles, responsabilidades y qué se espera de cada uno de los que la conforman; y esto en la práctica no sucede.
  • Poder comunicar puertas afuera lo que se está haciendo dentro del establecimiento. Ambas normas tienen un capítulo que solicita un canal de comunicación de la empresa con la comunidad.

¿Es necesario certificar en los dos protocolos?

RTRS conforma una mesa redonda convocando diferentes entidades del agro en cada país donde se produce soja, como por ejemplo AAPRESID en Argentina. A partir de allí analiza cómo adaptar ese protocolo internacional a nivel de cada lugar.

Rosana cuenta que en el caso de Argentina, cuando AAPRESID se reunió con RTRS, decidieron homologar las dos normas para que al productor le resulte beneficioso ya que aplica dos normas en un sólo proceso de implementación y certificación. .

¿Cuáles son las provincias que más certifican?

Rosana responde automáticamente: Córdoba y Santa Fe. “En Córdoba, más allá de la cantidad de producción, hay una presión legal y social muy fuerte que los lleva a hacerlo. Existe una firme demanda social por saber cómo se están haciendo las cosas en el campo. El consumidor quiere saber qué consume y cómo se altera el medio ambiente para producirlo. Un ejemplo claro es que mira las etiquetas de los productos. Hoy, por ejemplo, hay jugos que incluyen el  logo de RTRS; lo cual demuestra que están hechos con soja que está bajo dicho estándar”, explica Rosana.

 


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