Luis Artigue, Director de A&T, realiza un breve resumen acerca de cómo se imagina la próxima campaña agrícola.


El gobierno nacional ha colocado muchas expectativas en el campo como motor del crecimiento en el corto y mediano plazo; lo cual es muy alentador y es una oportunidad que el sector esperaba ansioso, motivado y preparado para aprovechar en beneficio propio y del conjunto de la sociedad.

Las condiciones para tener éxito están dadas, de nosotros depende que sepamos leer la realidad, aprovecharla y adaptarnos a ella. Pero también depende de nosotros poder percibir anticipadamente los riesgos, que no son pocos.

Es cierto que el tipo de cambio se sinceró, pero está tendiendo a atrasarse nuevamente mientras la inflación continúa su ritmo por otro carril, volviendo a alterar la ecuación.

La tecnología a aplicar es cada vez más costosa, como consecuencia de la proliferación de malezas resistentes que obligan a ejercer más controles y más caros.

Los fletes tendrán en la próxima campaña un peso importante que no deberíamos mirar de soslayo a la hora de presupuestar, especialmente porque habrá una mayor proporción de maíz en las rotaciones.

Por otra parte los pronósticos climáticos más confiables aseveran que durante el próximo período primavera – verano 2016/17 habrá un episodio de Niña, que aunque se avizora moderado, atentará contra los rindes.

Un factor al que habrá que prestar mucha atención es la gran volatilidad a la que asistiremos durante gran parte del período de producción con respecto a los precios de los commodities, por lo cual será necesario anticiparse e intentar atrapar buenos precios futuros cuando los creamos razonablemente buenos y estar atentos cubriéndonos con las opciones disponibles. Lo menos recomendable en estos casos será “no hacer nada” dejando que el mercado opere por nosotros.

Este furor al que estamos asistiendo por retomar la siembra en campos alquilados, ante una demanda creciente y una oferta inelástica puede inducirnos al error de confundir “buen ambiente de negocios” con “márgenes de rentabilidad asegurados”; por lo cual habrá que tener especial cuidado a la hora de pactar arrendamientos que sólo resultarían lógicos si todas las condiciones de rinde y precio futuro fueran superiores al promedio. Por ello sugiero, ante el riesgo de tantas variables que recién se están reajustando, presupuestar estimando “promedios” de precio y rendimientos y en función de eso no pagar valores de arrendamiento cuya tasa estimada futura sea inferior al 20 ó 25 % en dólares como mínimo. Hay que dejar margen para el error en años como éste.

Quienes tengan en cuenta todas estas variables, pero todas a la vez y sin desestimar ninguna, tendrán buenos resultados en la próxima campaña.

En resumen, aunque sugiero que podrían salir lastimados aquellos cuyo optimismo los induzca a lanzarse sin freno de mano, soy optimista con respecto al futuro inmediato y mucho más si miro a largo plazo.

Por último me parece importante resaltar que el gobierno nacional ha manifestado que  Argentina debería dejar de ser exclusivamente productor de materias primas para pasar a agregarles valor en origen. Éste es un desafío que no todos los productores agropecuarios estarán en condiciones de hacer, pero seguramente quienes se animen, solos o en sociedad, darán un salto de calidad para sí mismos y para la sociedad en su conjunto.

Y me parece que nuestros jóvenes, que no tienen tantos preconceptos y no les es tan difícil moverse de su zona de confort, están en condiciones de aventurarse en este camino nuevo; para lo cual sería muy enriquecedor que los adultos aportándoles nuestra experiencia y nuestros contactos les diéramos un lugar para que propongan y hagan.

Agregar valor es nuestro destino obligado como nación. Ese es el próximo paso.


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